Vestir a Christine de Pisan

“Sentada un día en mi cuarto de estudio, rodeada toda mi persona de los libros más dispares, según tengo costumbre, ya que el estudio de las artes liberales es un hábito que rige mi vida, me encontraba con la mente algo cansada, después de haber reflexionado sobre las ideas de varios autores. Levanté la mirada del texto y decidí abandonar los libros difíciles para entretenerme con la lectura de algún poeta”. Christine de Pisan, La ciudad de las mujeres,  1405.

de-pizan-studyLa ciudad de las mujeres, un libro escrito por una mujer en la Edad Media, comienza con una idea insólita: “Sentada un día en mi cuarto de estudio”. Es mujer y tiene un cuarto propio. Un espacio que ha hecho suyo, creado y definido por y para ella, como hacían las beguinas, sin la dominación fáctica masculina. Un cuarto propio, así se retrata Christine en las miniaturas que iluminan sus libros. Estudia, lee, escribe, rige su vida. Ejercicios exclusivos del mundo masculino. Christine de Pisan (1364 Venecia – 1430 Francia), humanista, filósofa, feminista y escritora profesional. En sus más de 30 obras deja de manifiesto su pensamiento, reclamando derechos para las mujeres y denunciando la misoginia del pensamiento medieval.

Unos datos biográficos para situarnos.

Nace en buena cuna veneciana. Su padre, Tommaso da Pizzano, médico y astrólogo, fue llamado a la corte del rey francés Carlos V de Valois cuando ella tenía 4 años. Crece en el palacio del Louvre, edificado en el siglo XII, morada del rey de Francia. Aún impera la mentalidad feudal, pero ya está en marcha un nuevo modelo de sociedad en las crecientes ciudades.

Imagen2Christine recibirá de su madre la educación que corresponde a su estatus y género: labores de hogar, materias de adorno como música, dirigir el servicio, buenos modales, educación religiosa, obediencia al futuro marido. Pese a la oposición y negativa de su madre, el padre le brinda la oportunidad de una educación humanista. Viene de Italia, y allí despuntan los nuevos ideales renacentistas. Christine lee a los clásicos, aprende astronomía, medicina (su abuelo fue el primer médico en diseccionar a una mujer embarazada). Además tuvo la suerte de que Carlos V poseía una biblioteca en la Torre de la Halconería del Louvre, en la que había reunido alrededor de 900 volúmenes en latín y  2.500 textos en francés. Entre su educación tradicional y su educación transgresora, estaba preparada para decidir sobre su vida. Pero no es así. No tiene derecho a elegir. Su futuro está dirigido por la mano masculina, que maneja el cetro divino. Debe cumplir con su obligación como mujer: procrear. Su deber es casarse para cumplir con su cometido. Otra salida era ingresar, con una dote, en un convento. La opción más rebelde era convertirse en beguina. A Christine la casan a los 15 años con el noble Étienne du Castel, notario del rey, él tiene 25. Desde este momento, un detalle cambiaría para siempre en su atuendo: estaría obligada a velarse, a ocultar sus cabellos y cubrir su cabeza con un velo. Era el año 1379.

Sin título-1Madre de tres hijos y esposa «afortunada» por tener un esposo que la trató de semejante y la alentó a escribir e investigar (en este caso un compañero). En 1389, a los 25 años se quedó viuda. Murió uno de sus hijos y su padre. Queda responsable de dos hijos, madre y un sobrino, con graves problemas económicos por los conflictos legales para recuperar su patrimonio. La primera alternativa a aquella situación era un nuevo matrimonio; la segunda, el claustro. Sorprendentemente, Christine decidió una opción valiente, elegida libremente y consecuente consigo misma: seguir escribiendo y vivir de ello. Desempeñó ocupaciones masculinas: profesión liberal, independencia económica, convertirse en cabeza de familia y ser escritora profesional. La primera obra escrita por encargo, y que le reportó un importante ingreso económico, fue un libro biográfico sobre Carlos V. Aquí comienza su producción literaria. Evolucionó de la temática amorosa a temas más comprometidos como la filosofía, la política, historia, moral y, especialmente, los derechos de la mujer.

Vestimos a la escritora.

La Imprenta no aparece hasta mediados del siglo XV. Christine manuscribe sus libros y los ilumina con miniaturas. Con el tiempo, trabajará con mujeres iluminadoras y escribanas que realizan cientos de copias de cada libro. Esas miniaturas, son el testimonio gráfico de su retrato y la época. Christine viste a la moda, sin excesos ni a la última, decorosa por su condición de viudedad.

Harley 4431 f.143Lo que no se ve, la ropa interior: la camisa (del cuello a los pies, la segunda piel) y las calzas para las piernas. En las miniaturas coetáneas a Christine, ella suele aparecer con la túnica de abajo, una saya granate o azul, de manga estrecha, siempre talar, obligación en el atuendo femenino. El traje de encima, a la moda, es una cota azul, con mangas abiertas, invento medieval, como la cola del vestido. El vientre abultado y el talle justo por encima, no tan alto como el de la hopalanda, sobretúnica que comienza a estar de moda entre las mujeres. Las faldas de la túnica siempre amplias, borrando la silueta.

Los tocados se han ido complicando desde finales del siglo XIII. La obligación de la velación femenina y ocultar el cabello, agudiza el ingenio en el diseño de tocados. La convivencia en las ciudades se refleja en la apariencia. La vida urbana supone una sociedad más compleja. La estética se convierte en un elemento diferenciador de clases. Llega la locura de los tocados y de los trajes: es el nacimiento de la moda, tal como la entendemos en la actualidad. Pisán vive en una sociedad que ya está inmersa en la moda, basada en la apariencia estética como elemento diferenciador.

Imagen1Para proteger el cabello usa una cofia de tela. Sobre ésta se coloca el velo, elemento simbólico, y después la toca sencilla o el complejo tocado. Christine viste tocado de cuernos, que en su época se conoció como patíbulo o árbol de la cruz. Algunos historiadores del siglo XIX y XX le llamaron tocado de vacas viejas. Es de origen borgoñón, entonces un importante centro de moda. Se componía con tocas y alambres, y con piezas laterales rígidas que ocultan el cabello, como los crispinettes.

Christine usa también una especia de paternóster, en dos piezas: reboco y griñón, herencia del tocado románico, que cubre garganta y pecho (actualmente usado por algunas congregaciones religiosas femeninas).

Christine_disput_Harl4431Es curioso que, entre sus reivindicaciones, en ningún momento plantea el tema de la velación obligada, algo que, supongo, estaba tan asumido, que era una verdad, un dogma de fe. Christine no se plantea quitarse el velo, a pesar de que la velación femenina era la manifestación más dura de la diferenciación discriminatoria entre géneros. Símbolo de obediencia y sumisión, de humillación y castigo, legislada y penada como delito su infracción. Lo dice la misma Biblia, a la que se aferran los teólogos y moralistas (primera epístola de San Pablo a los corintios, 11, 3-15), «y si alguien quiere discutir, no es esa nuestra costumbre, ni la de las iglesias de Dios», amen (11, 16).

Detail of a miniature of Hermaphroditus and the nymph Salmacis bathing in a lake, in 'L'Épître Othéa. De nuevo, en pelotas sí, pero con
Hermafrodita y la ninfa Salmacis, en el manuscrito L’Épître Othéa. De nuevo, en pelotas sí, pero con el cabello oculto por el tocado.

Superando ese tocado patíbulo, en sus escritos deja constancia de su reivindicación de los derechos de las mujeres. Especialmente en la Epístola al dios del amor (1399), sobre la reeducación cortesana, El camino de largo estudio, la búsqueda femenina del conocimiento intelectual, La visión de Christine (1405), su autobiografía como réplica a sus detractores, o La ciudad de las mujeres (1405). Su última obra fue Canción en honor de Juana de Arco (1429). Escribe desde su compromiso y visión como escritora. Acepta su condición de profesional independiente no como si asumiera un rol masculino, sino desempeñando su papel como mujer con derecho a ejercer libremente y a disponer de su vida. Christine fallecía en 1430 en el monasterio francés de Poissy, al que se había retirado con su hija en 1411. Sus textos desaparecen de las bibliotecas y de la historia, hasta que en el siglo XVIII los rescata Louise de Kéralio, para volver a desaparecer tras la Revolución Francesa. En 1886 los cita en un artículo el crítico literario escocés William Minto. Es en la segunda mitad del siglo XX, gracias a los estudios de género, cuando se recupera definitivamente.

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El mensaje de Christine:

Construcción de una ciudad de las mujeres.
El terreno propicio: el Campo de las letras.
La azada: la inteligencia
La arquitecta de la ciudad: la Razón
Habitantes: mujeres virtuosas

«Construir la ciudad de las damas compete a todas las mujeres, es un trabajo colectivo nacido del compromiso de las mujeres de ayer, de hoy y de mañana, abuelas, madres e hijas»

 

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