Del tantour al cucurucho.

Iluminación de las crónicas de Jean Froissart, comienzos del siglo XV.
Iluminación de las crónicas de Jean Froissart, comienzos del siglo XV.

Uno de los tocados medievales que más ha llamado la atención con el paso de los siglos, es el llamado por los historiadores cucurucho o tocado de aguja. Su nombre histórico es hennin. Estuvo de moda en el siglo XV en toda Europa, especialmente entre 1420 y 1480, aunque sus inicios remontan al siglo anterior, posiblemente a la década de 1380.

Hans Memling, 1485-1490.
Hans Memling, 1485-1490.

Consistía en un sombrero de forma cónica, cuya estructura se realizaba en pergamino o con maya de alambre, ambos tipos forrados con ricos tejidos. A menudo, del extremo superior colgaba una fina tela de largo variable, herencia del obligado velo con el que las mujeres debían cubrir su cabeza, que derivó en uso ornamental y que en ocasiones se utilizaba para ocultar el rostro. A veces se disponía en forma de mariposa, extendiendo su superfie hacia los laterales del cucurucho.

Tema: boda de Felipe II de Francia e Isabel de Henao (hecho del siglo XII). Iluminación del siglo XV.
Tema: boda de Felipe
II de Francia e Isabel de Henao (hecho del siglo XII). Iluminación del siglo XV.

Inicialmente adornó a las aristócratas, rápidamente se extendió su uso entre mujeres de familias poderosas no nobiliarias. El pueblo, por supuesto, no podía permitirse estos excesos, además, su uso estaba legislado. De hecho, la longitud del tocado se relacionaba con el rango social. Entre las reinas llegaron a alcanzar casi el metro de altura (no era lo habitual), las mujeres sin título nobiliario no podían exceder de 30 o 40 centímetros.

Ilumjinación del libro de Boccaccio, De casibus virorum illustrium, 1475
Ilumjinación del libro de Boccaccio, De casibus virorum illustrium, 1475.

El cronista Enguerrand de Monstrelet, describió el efecto de las predicaciones en 1428 en Flandes y norte de Francia del falso carmelita Thomas, quien solía calumniar a las damas que lo usaban. Incitaba a los oyentes, con la exclamación ¡au hennin! y prometiendo indulgencias, a arrancar los tocados de sus cabezas. A la manifestación de lujo, vanagloria y ostentación de la nobleza se sumaba su significado diabólico. Como casi todos los usos del vestir, fue censurado por moralistas y religiosos.

Cómo se puso de moda, no queda del todo claro. Quizás Isabel de Baviera-Ingolstadt (1371 – 1435), esposa de Carlos VI de Francia, aficionada a los tocados de cuernos que se comenzaron a usar en Baviera, lo exportara de Flandes a Francia hacia 1420, cuando perdió su cabello, convirtiéndose en la imagen francesa del siglo XV. Esta calvicie real puso de moda la eliminación de bello en el rostro, especialmente la entrada frontal del cabello, que se adornaba con una pequeña cinta o joya que caía desde el tocado sobre la frente. Era una estética muy al gusto gótico, de sentido místico ascendente, que estilizaba la figura con sus largos cucuruchos, con el talle alto de la hopalanda (el sobrevestido utilizado por mujeres) y sus largas colas, también invento medieval.

En Inglaterra, el hennin tomó la forma de cono truncado. En cuestiones de moda, los ingleses siempre han sido muy prácticos.

henin g_1460-70 alemania Petrus Cristhus

Una hipótesis bastante legítima en cuanto al origen del hennín o cucurucho, es que los cruzados trajeron desde oriente tocados femeninos muy parecidos que pudieron inspirar su creación. En algunas culturas como los maronitas de Líbano y los drusos que se reparten por países de Oriente Medio como Siria, Líbano, Palestina, Israel y Jordania, las mujeres usaban el tantour o tantoor (significa sombrero), un tocado ancestral que tiene forma de cono. Está hecho de plata y podía alcanzar el metro de altura, según el prestigio y riqueza de la familia. Encima le colocan velos blancos de muselina con los que ocultaban enteramente sus rostros cuando salen a la calle, para evitar ser miradas. En el caso de las mujeres drusas de las montañas del Líbano, el tantour lo recibían de su marido el día de la boda, siendo usado únicamente por mujeres casadas.

56e79ef27b36a981b139d9ee978be622 rec Mujer drusa de las montañas Shouf luciendo el tantour 1870

Si jugamos un poco con la posible semántica de esta cornucopia medieval de un solo cuerno, las hipótesis pueden ser múltiples. Cuando observamos las miniaturas y cuadros donde aparece, nos sugiere la leyenda del unicornio, tan en boga durante la Edad Media. En último cuarto del siglo XV se confeccionaron los famosos tapices flamencos del unicornio, y según cuenta el cronista borgoñón Jean Froissart, algunas túnicas femeninas estaban bordadas con unicornios.

1024px-Französischer_Tapisseur_(15._Jahrhundert)_001Animal fabuloso de gran fortaleza, sabiduría, blanco como la pureza, que ya desde la Antigüedad, tanto en culturas orientales como occidentales, se asocia con la sexualidad y fecundidad, y durante la Edad Media también como antídoto contra el envenenamiento, tan habitual en las intrigas palaciegas. Se pagaban sumas astronómicas por sus cuernos. Es muy factible que existieran cérvidos o équidos de un solo cuerno, y que su caza masiva supusiese su extinción, sin restos fósiles de cornamenta debido al obsesivo uso. Se suponía que el unicornio era un animal procedente de oriente y, porque no, cuando los cruzados vieron el tocado femenino del tantour, pudieron relacionarlo con este mito. El uso por parte de las mujeres de los reinos europeos, bien podía aludir al mismo. Además, la etimología de la palabra hennín, podría proceder del francés, hennir, relincho, del verbo hennissement, relinchar.

Boda de Catalina de Valois y Enrique V de Inglaterra, 1420.
Boda de Catalina de Valois y Enrique V de Inglaterra, 1420.

Tantour, unicornio y cucurucho, son tres realidades fascinantes para un viaje por la historia.


Para completar la lectura recomiendo la interesante información y documentación gráfica sobre el tantour en:

http://riowang.blogspot.com.es/2012/10/tantour.html

http://www.beledi.ru/forum/viewtopic.php?start=195&sid=&t=25946&postdays=0&postorder=asc

 

2 comentarios

Deja un comentario