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La hilandera dormida, Gustave Courbet, 1853. Museo Fabre (Montpellier)
La hilandera dormida, Gustave Courbet, 1853. Museo Fabre (Montpellier)

En el vaivén de una mecedora, la moda, como Penélope, teje y desteje las formas y siluetas que disfrazan la línea natural del cuerpo humano. Sentada en este atrapasueños, se abstrae en el sopor provocado por el movimiento pendular de los haces combados, desvirtuando el recuerdo y confundiendo lo onírico con el ruido callejero de la realidad. De esta manera, confecciona la estética de historias pretéritas acomodándolas a los nuevos patrones sociales. Entre el corsé de la alienación y el tejido de la identidad, entre la necesidad y el placer, la moda, obsesiva y orgullosa como Aracne, continúa tejiendo nuestra conciencia estética y decidiendo, como las Moiras, la apariencia de nuestro destino que, irónica y entre risas, repite constantemente en un bucle lampedusiano, donde todo parece ser distinto pero nada cambia.

Os invito a disfrutar de la novela histórica de la moda a través de la panarquía de valores que conforman su biografía, con sus vicios, fatalidades, parodias, sorpresas, transversalidades, incluso protagonistas singulares, sin olvidar su virtud como acto creativo absolutamente humano.